Earth Orphans {Af. Normal}

Es difícil explicar a quien nunca ha conocido el hogar natal de los humanos cómo era o cómo eran las personas que lo habitaban. Era un planeta inmenso, cubierto principalmente por agua y por una población que superaban los billones. Un mundo distinto al que nuestras lecturas pueden mostrarnos. Pero eran tan avanzados que para las misiones de riesgo en el espacio utilizaban máquinas. Se dividían en dos clases: Replicantes de tipo Alpha y tipo Beta. Los primeros eran los líderes de las misiones, generados con un sistema de elecciones propios y un sistema de valores inculcado para que en las afueras pudieran operar con individualidad y ser menos afectados por la radiación a la que pudieran exponerse, que interrumpía en ocasiones la comunicación con las bases centrales en el planeta. Los segundos, destinados en su mayoría al propio planeta, se encargaban de oficios mucho menos exigentes: servicio en el hogar, acompañantes o trabajadores comunitarios.

Nadie supo exactamente cuándo los Replicantes Alpha decidieron dar la espalda a la humanidad que los había creado y decidir tomar su lugar en el planeta. Fueron las peores horas de la humanidad, siendo atacada cada ciudad por las armas que se hubieran creado hacía siglos atrás por los propios humanos. Los sistemas de defensa no llegaron a defendernos, las naves que estaban en el espacio en su mayoría fueron aniquiladas, como cada resistencia que ofrecieron a aquel ataque. El enemigo estaba en casa, diseminado por todo el planeta. De billones sólo quedaron unos miles, escapando en una nave que estaba siendo terminada por militares para crear una utopía. Ésta debía poder regenerarse, ofreciendo agua y oxígeno constante sin desechar nada orgánico. La mitad de la nave era funcional entonces y los hombres que sirvieron allí fueron los ingenieros que fueron enseñando según fuera necesario a los civiles destinados a auxiliarlos para evitar morir en el espacio.

El objetivo de la Humanidad es asentarse en un nuevo planeta, por lo tanto, la nave es – en teoría – un hogar temporal. Encontrar un planeta con las condiciones óptimas para la supervivencia del ser humano es bastante complicado y lleva muchísimos milenios de tiempo, teniendo en cuenta que estamos surcando el espacio. Sin embargo, hemos hecho progresos mucho más allá, avances que nuestros antepasados jamás habrían imaginado. Hemos conocido nuevos planetas (la mayoría no habitables por nosotros sin llevar un equipo de protección y escafandra) y nuevas razas, muchas no tan distintas a la nuestra como pudiéramos pensar. En la nave, algunas especies de estas razas conviven con los humanos, la mayoría de manera temporal. Acogemos a todos aquellos viajeros espaciales que quieran acompañarnos, sean cuales sean sus motivaciones personales. Formamos parte de un hogar que se desplaza sin descanso entre las estrellas, que se ha convertido en un símbolo de heterogeneidad cultural como jamás ha habido precedente.